Apresados por los portugueses

Después de que se le descubriese una vía de agua a la nao Trinidad (la cuál iba cargada de clavo al igual que la nao Victoria, la que sí pudo volver a España) el día 18 de diciembre de 1521. Entre los capitanes se acordó que la nao Victoria siguiese el regreso por la puerta de la India mientras la nao Trinidad se quedaba en el puerto de Tidore para llevar a cabo su larga y necesaria reparación.

 

El 5 de febrero del año siguiente, un​ joven grumete llamado Martín de Ayamonte y un soldado llamado Bartolomé Saldaña se fueron sin que el resto de la tripulación se diera cuenta. Irónicamente su destino sería similar al de los que sí se quedaron con la nave ya que, en su vuelta a España por solitario, fueron capturados por portugueses. Al ser interrogado por las fuerzas de Portugal, los cuales les preguntaron que porque se encontraban en esa zona, Martín de Ayamonte les narró gran parte del viaje y de las vivencias que ocurrieron, gracias a esa declaración casi imprevista se conocen muchos datos de la historia expedición que de otra forma habrían sido ignorados.

 

 

 

 

 

 

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El capitán de la nao Trinidad, Gonzalo Gómez de Espinosa, completó la reparación de las fugas de la nave el 6 de abril de 1522 y la otra mitad de las naves restantes reanudó su regreso. Desgraciadamente para Espinosa la reparación no cundió lo suficiente, el fuerte oleaje hizo que la nave se rompiese tan drásticamente que se vieron en la necesidad de pedir ayuda al barco más cercano. Y ese barco no fue otro que el del capitán portugués António de Brito.

 

Los diecisiete hombres de la Trinidad fueron rescatados y los portugueses les recibieron haciéndoles prisioneros. Al final consiguieron volver a tierra pero a tierra portuguesa, de la cual cinco fueron liberados en 1527 (Espinosa entre ellos), cuando volvieron a España pero con las manos vacías de clavo.